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sábado, 16 de noviembre de 2013

Alberto Morrillas: El Maestro de la Perfumerìa.



Alberto Morrillas: El maestro perfumista de mayor prestigio internacional.

“hay una serie de flores sin olor, que me inspiran: la amapola, el hibiscus, el loto, o el iris, que no tienen olor propiamente en la flor, sino en su raíz. Hay pocas flores que tengan en si un olor significativo, en todo caso, en esta industria los reinventamos. Sevilla tiene un olor especial, a cera y azahar. París, destila el aroma del agua y las calles recién regadas. Madrid respira el aire de la naturaleza de sus parques. Y Nueva York, huele a nubes de caramelo tostado. Lo cierto es que cada creación mía contiene mi ADN”, expresa un efusivo y ufano Alberto Morrillas, considerado actualmente el mejor perfumista del mundo, por su inigualable sentido del olfato en la elaboración de fragancias.
Alberto Morillas nació en Sevilla, España, en 1950, aunque de niño emigró con sus padres a Ginebra, Suiza. A los 20 años sufrió “una revelación” sobre lo que era crear un perfume (hasta ese entonces pensaba que la naturaleza mezclaba los olores a su antojo), y quiso ser perfumista. Su formación corrió a cargo de Firmenich, la principal firma del mundo en la creación de perfumes y en la fabricación de materias primas sintéticas. Pero ni los años, ni la distancia, le han hecho olvidar sus raíces: tiene un olivo plantado en su magnífico jardín sometido al inclemente clima suizo, y su fragancia favorita es Heno de Pravia: “La huelo y se me saltan las lágrimas, porque es lo primero que recuerdo haber olido”. Considerado por sus colegas como El Maestro, lleva 45 años haciendo los Top Uno del mercado internacional. ¿Su secreto? Una memoria olfativa que alberga cerca de 2,000 esencias. 
Así, fue llegando poco a poco a su oficio. Más por el azar, que por vocación. No descubrió de niño que tenía un don especial para diferenciar un jazmín, de un lirio. Tampoco tras años de estudios recibió un título que le convirtió oficialmente en perfumista profesional. Ni siquiera alcanzo tal estatus un día concreto, al crear su primer perfume, aunque coincide en señalar que, hasta el día de hoy, su formación no ha concluido. 
"El ser perfumista es un mundo muy fascinante, que me ha permitido aprender una profesión de manera autodidacta, ya que la memoria olfativa es de instinto animal, y la memoria intelectual, es irracional. La creación de un perfume es parecido a una composición musical, donde en vez de una sintonía auditiva, se busca una sintonía olfativa. Mezclo las primeras notas olfativas, del mismo modo que puedo juntar acordes y me dejo llevar hasta formar mi aroma ideal, con identidad", señala orondo el maestro.
En cualquier caso, la tarea de Morrillas como virtuosa nariz es interpretar los deseos de quien encarga el perfume, para traducirlos en notas olfativas. Para ello, toma papel y lápiz y escribe una fórmula. Ésta tiene dos columnas: una donde indica las materias primas; en tanto, en la segunda columna paralela, anota las cantidades de cada una. Mientras escribe ya imagina a lo que olerá lo escrito, pero aún así hay que comprobarlo. Para ello pasa a la sala de composición en la que se almacenan muestras de todas las materias primas disponibles.
Sobre una mesa semicircular denominada órgano, el afamado perfumista reúne las esencias que figuran en su fórmula, y en un recipiente situado sobre una balanza empieza a verter las cantidades indicadas. A esto le llama pesar. Huele y corrige una y otra vez. ¿Cuántas? Las que haga falta, hasta que la mezcla se aproxime lo más posible a lo que busca. Cuando tiene distintas propuestas, las muestran van al área de mercadotecnia, a los evaluadores. Entre ellos deciden la lista definitiva que pasa entonces a la fabricación. Para cuando el perfume salga a la venta habrán transcurrido cerca de tres años, desde que el maestro comenzó a trabajar en su elaboración.
“Son años de muchísimo trabajo. Tienes que conocer todas las materias primas y memorizarlas, pero también tienes que buscar todas las posibilidades infinitas de la combinación adecuada entre ellas. Después has de estudiar en la academia de nuevo, como le digo yo, a lo que son los perfumes clásicos, y todas la esencias que existen alrededor de estos. Mi paraíso olfativo esta en la India, es el mejor mercado de esencias en el mundo. Aunque al final, tan solo me guío por mi olfato. Confecciono trajes aromáticos, para que se ajusten perfectamente, a la medida de cualquier persona”,  afirma convencido el insigne mentor.
El Maestro Morrillas es el creador de perfumes tan míticos como Must de Cartier, CK One de Calvin Klein, 212 de Carolina Herrera, Aqua di Gio de Giorgio Armani, Miracle de Lancôme, Flower de Kenzo y Daisy de Mark Jacobs, entre muchas otras. Su relación con Bvlgari no es nueva. Es el creador de Blv y sus variaciones, tanto de hombre, como de mujer, de Bvlgari Man y de todos los perfumes Omnia: Amethyste, Crystalline, Green Jade y Coral. Su éxito más unánime ha sido sin duda CK One de Calvin Klein. También son suyos: Must de Cartier, Byzance de Rochas, Xeryus de Givenchy. Entre los más recientes Acqua di Gió y Sensi de Armani, Chic de Carolina Herrera,  L`eau de Issey Flórale de Issey Miyake, y un largo etcétera. Por ello es el perfumista con más prestigio y reconocimiento, el cual continúa al servicio de la multinacional Firmenich, el mayor fabricante de fragancias para casi todas las marcas de renombre del mercado.
“Al igual que el arte puede ser preciso o ser abstracto, la creación de un perfume es algo sumamente parecido. Mientras que la nariz para otros se usa como un sentido más, para mi está exclusivamente para comprobar y controlar el trabajo que pacientemente vengo haciendo. Debo cuidar y mantener una nariz prodigiosa, para que sea el sustento laboral de cada día. Mi último sueño aromático es elaborar un perfume fresco, que haga sonreír, que sea una fragancia que le aporte placer a la gente que le apetezca tenerlo. Cada año lanzo cerca de 300 perfumes, y a duras penas sobreviven media docena. Competir en esta industria es una especie de lotería o azar, ya que aquí, mas que tener una trayectoria o recibir premios, la venta es sinónimo de éxito”, concluye de manera relajada la charla el reconocido artista de las esencias y fragancias, mientras se inspira en su taller enclavado en los Alpes, en la creación inagotable de nuevas obras de arte.







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