Adrian Muser, chef vegano desde casa.
“Casi todos los restaurantes vegetarianos y veganos son muy simples. Cuesta encontrar alguno que presente bien los platos, que sea más gourmet… ¡y ya ni te cuento que sea romántico!”. Adrián Muser es de los comensales que se lamenta, pero que como chef actúa. Por eso, con la colaboración de Ángela, chef venezolana, ha convertido el jardín de su casa, Villa Can Pau, en Altea Hills, Mallorca, en un restaurante vegano a cielo abierto en el que la cantante de jazz y ópera Maiki Trump pone la música. Adrián y Ángela, desde Altea, están revolucionando la alta cocina vegana en España, en el que aún les queda camino por recorrer en el terreno de la gastronomía vegana de calidad, de esa para disfrutar con mantel y a mesa puesta. “Me encanta salir a comer o a cenar, pero llegó un punto en el que me cansé de ir a restaurantes con mis amigos y que la respuesta siempre fuera la misma: no tengo nada vegano, pero puedes pedir una ensalada o una parrillada de verduras. Entiendo que es difícil pero en esta vida es necesaria la imaginación”. Y así pasó de ser fotógrafo en Interviú a chef vegano, cuando comenzó a cocinar para amigos o a organizar las Nocheviejas en su casa. ¿Y cómo ha llegado hasta aquí? Adrián nos cuenta que la decisión de crear algo así fue una mezcla de factores, que fueron sucediendo poco a poco: por un lado, la frustración de ser vegano y no disfrutar cuando comía fuera de casa y, por otro, las ganas que tenían su pareja y él de ejercer de anfitriones en su propia casa de algo tan especial como las Noches Veganas de Ensueño, como han bautizado a estas cenas.
Todo el proyecto se gestó, como tantas otras cosas: antes, Adrián trabajaba para Jeso Sabor, un restaurante de Benidorm. “Jenny, la dueña, es amiga mía y fue quien me animó a crear los sábados veganos, que funcionaban fenomenal. Ella es muy viajera: me exigió tanto que empecé a descubrir platos que ni yo me creía que podía hacer, como el tiramisú vegano, que lleva leche de coco, dátiles, nueces o ágave en vez de miel; o el falso pulpo á feira, que realmente son setas Shiitake, que macero con alga kombu -que, por cierto, tiene la tan buscada vitamina B12- para que tengan el sabor a mar, y riego con aceite, pimentón y sal”. Y estos platos forman ahora parte de sus Noches Veganas de Ensueño, junto a otros como los canapés de falso salmón ahumado, las hamburguesas con soja texturizada (él mismo hace los panes con boniato o remolacha), el pastel de carne vegetal con patata, salsa de chocolate y cayena o el hot pot chino con setas. Cada cena gastronómica es un viaje de sabores cocinado a cuatro manos con Ángela, cuya creación estrella son los espaguetis crudiveganos de calabacín con pesto y los platos de cuchara: currys, gazpacho de espárragos y almendras, crema fría de aguacate y dátiles con ralladura de cacao y cayena o la caliente de pera, coliflor y chalota. Se nota que lleva esto en la sangre, ya que su abuelo y su padre eran cocineros, y que es una gran amante de la cocina italiana, que estudió en Bolonia. Por eso ahora fusiona la cocina mediterránea con Asia, “con esos toques que vuelven loco al paladar”, que se perciben en creaciones somo sus raviolis rellenos de calabaza con trufa y lemongrass. “Me gustaría tener mi propio restaurante pero haciendo que cada comida sea un espectáculo”. ¿Dónde? “Si quisiera me podría ir a Madrid o a Barcelona pero no tendría lo que tengo aquí, bajo los árboles y frente al mar”, finaliza convencido.
“Casi todos los restaurantes vegetarianos y veganos son muy simples. Cuesta encontrar alguno que presente bien los platos, que sea más gourmet… ¡y ya ni te cuento que sea romántico!”. Adrián Muser es de los comensales que se lamenta, pero que como chef actúa. Por eso, con la colaboración de Ángela, chef venezolana, ha convertido el jardín de su casa, Villa Can Pau, en Altea Hills, Mallorca, en un restaurante vegano a cielo abierto en el que la cantante de jazz y ópera Maiki Trump pone la música. Adrián y Ángela, desde Altea, están revolucionando la alta cocina vegana en España, en el que aún les queda camino por recorrer en el terreno de la gastronomía vegana de calidad, de esa para disfrutar con mantel y a mesa puesta. “Me encanta salir a comer o a cenar, pero llegó un punto en el que me cansé de ir a restaurantes con mis amigos y que la respuesta siempre fuera la misma: no tengo nada vegano, pero puedes pedir una ensalada o una parrillada de verduras. Entiendo que es difícil pero en esta vida es necesaria la imaginación”. Y así pasó de ser fotógrafo en Interviú a chef vegano, cuando comenzó a cocinar para amigos o a organizar las Nocheviejas en su casa. ¿Y cómo ha llegado hasta aquí? Adrián nos cuenta que la decisión de crear algo así fue una mezcla de factores, que fueron sucediendo poco a poco: por un lado, la frustración de ser vegano y no disfrutar cuando comía fuera de casa y, por otro, las ganas que tenían su pareja y él de ejercer de anfitriones en su propia casa de algo tan especial como las Noches Veganas de Ensueño, como han bautizado a estas cenas.
Todo el proyecto se gestó, como tantas otras cosas: antes, Adrián trabajaba para Jeso Sabor, un restaurante de Benidorm. “Jenny, la dueña, es amiga mía y fue quien me animó a crear los sábados veganos, que funcionaban fenomenal. Ella es muy viajera: me exigió tanto que empecé a descubrir platos que ni yo me creía que podía hacer, como el tiramisú vegano, que lleva leche de coco, dátiles, nueces o ágave en vez de miel; o el falso pulpo á feira, que realmente son setas Shiitake, que macero con alga kombu -que, por cierto, tiene la tan buscada vitamina B12- para que tengan el sabor a mar, y riego con aceite, pimentón y sal”. Y estos platos forman ahora parte de sus Noches Veganas de Ensueño, junto a otros como los canapés de falso salmón ahumado, las hamburguesas con soja texturizada (él mismo hace los panes con boniato o remolacha), el pastel de carne vegetal con patata, salsa de chocolate y cayena o el hot pot chino con setas. Cada cena gastronómica es un viaje de sabores cocinado a cuatro manos con Ángela, cuya creación estrella son los espaguetis crudiveganos de calabacín con pesto y los platos de cuchara: currys, gazpacho de espárragos y almendras, crema fría de aguacate y dátiles con ralladura de cacao y cayena o la caliente de pera, coliflor y chalota. Se nota que lleva esto en la sangre, ya que su abuelo y su padre eran cocineros, y que es una gran amante de la cocina italiana, que estudió en Bolonia. Por eso ahora fusiona la cocina mediterránea con Asia, “con esos toques que vuelven loco al paladar”, que se perciben en creaciones somo sus raviolis rellenos de calabaza con trufa y lemongrass. “Me gustaría tener mi propio restaurante pero haciendo que cada comida sea un espectáculo”. ¿Dónde? “Si quisiera me podría ir a Madrid o a Barcelona pero no tendría lo que tengo aquí, bajo los árboles y frente al mar”, finaliza convencido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario