Capri, el pequeño paraíso mediterráneo.
La isla de Capri esta localizada en el mar Tirreno, en el lado sur del golfo de Nápoles, frente a la península Sorrentina. Ha sido un lugar de célebre belleza y centro vacacional desde la época de la antigua república romana. La isla pertenece a la Ciudad de Nápoles, en la región de Campania. Capri es el lugar perfecto para el viajero que desee conocer una isla a su ritmo, con andar reposado y sin preocuparse por las prisas. La forma más habitual de llegar a la isla es en ferry desde los puertos de Nápoles y Sorrento. Los ferrys llegan al puerto más importante de Capri, Marina Grande, el primer punto destacable de la visita. Antes de llegar podemos disfrutar del bello espectáculo de los acantilados de la isla, vistos desde el mar. Ya en la Marina Grande se impone un paseo por el puerto para contemplar sus cuidadas casas, sus magníficos yates y la presencia de famosos, vigilados por los paparazzi. Desde Marina Grande puede tomar un funicular que lo llevará a la parte alta de la isla: la Ciudad de Capri. Allí contemplara extasiado las maravillosas vistas de la Marina, el mar Tirreno, las Islas Faraglioni, las ciudades de Nápoles y Sorrento, y el volcán Vesubio.
El casco antiguo de la ciudad está situado en la parte más alta. Está vedado a los coches; sus calles peatonales permiten a los viajantes disfrutar tranquilamente de los paseos, las tiendas y la contemplación de edificios. El centro de la isla es la popular Piazzetta, donde podremos encontrar la Iglesia de San Stefano y muchas de las más exclusivas boutiques, tiendas y restaurantes. Este lugar es también el destino obligado para quienes busquen animación después de la puesta de sol. Otras calles comerciales de interés son la Via Vittorio Emanuelle, la Via Croce y Camelle. En Capri hay mucho más que tiendas y lujo: es también una isla que guarda tesoros históricos. Emperadores romanos escogieron Capri como destino de verano para su relax, construyendo magníficas villas. La más famosa es Villa Jovis, edificada por orden del emperador Tiberio como su lugar de retiro. Julio César y Augusto también construyeron sus residencias, y se impone una visita a ellas por su interés histórico y espectacularidad.
En la zona de Anacapri, la más alta de la isla, podremos contemplar la iglesia medieval de San Michele y la de Santa Sofía. Además, los restos de una villa romana que hoy día es una fundación abierta al público rodeada de magníficos jardines y una impresionante colección de antigüedades. Todavía nos queda algo muy importante en la isla de Capri: su entorno natural. Comencemos por el punto más famoso de la isla, la Grotta Azzurra o Gruta Azul. La gruta tiene una profundidad de entre 15 y 20 metros, y su nombre se debe al intenso color de sus aguas, incrementado por la luz que penetra por la entrada de la cueva. Dentro de la cueva hay una plataforma natural, con una escala de atraque que fue acondicionada por los romanos y que sirve para desembarcar y contemplar la gruta desde tierra firme. Otros puntos de interés en la isla son la pintoresca Marina Pequeña, el Arco Naturale sobre el mar, la Via Krupp, el barrio de Le Boffe, el Faro de Punta Carena, los senderos de los Fortines y del Passetiello.
Si la gastronomía italiana es justamente famosa, y está extendida prácticamente por todo el planeta, la cocina típica Capri no le va a la zaga. La región de Campania basa su cocina en la comida mediterránea: aceite de oliva, mar y huertas son los ingredientes fundamentales de sus recetas. El plato más conocido es la ensalada caprese, a la que debe su gentilicio. Conocida internacionalmente, es una deliciosa ensalada compuesta por generosas rodajas de los tomates más sabrosos, acompañados de gruesas lonchas de mozarella, con queso cacciotta, albahaca y aceite de oliva. En otras ocasiones, la ensalada caprese lleva aceitunas negras y queso. Las azules y transparentes aguas que rodean a Capri son fuente inagotable de delicias, como los totani (calamares). La forma más habitual de consumirlos es acompañados de patatas, aliñados con cebolla, ajo y guindilla. Un pescado típico en el golfo de Nápoles es el besugo o pezzogna; que se cocina de muchas formas, lo más habitual es que lo preparen cociéndolo a fuego lento, acompañado de salsa y pan tostado. La pasta también es frecuente en las mesas y restaurantes, siendo los ravioli alla caprese los mas representativos en la cocina isleña. Los vinos blancos de la Campania resultan perfectos para acompañar estas delicias mediterráneas. Para postre, nada mejor que un helado o torta caprese dulce (con almendras y chocolate); y de remate, una copa de limoncello, el licor por excelencia de la isla, con intenso sabor a limón helado, sin duda, un placer. Lo mejor es caminar por la isla e ir descubriendo sus rincones inolvidables. Merece la pena perderse en Capri. Una visita inolvidable.
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