"Últimamente escucho jazz grabado en la década del cincuenta, aunque no de forma excluyente. Cuando se empieza con el jazz es complicado volver atrás. Perdí un poco el interés en el rock como panorama total y absoluto. En Romaphonic Sessio ns barajamos nombres ilustres del jazz como ligera influencia. La influencia del jazz se filtra en otros niveles de la conciencia, como el cine o la literatura", confiesa relajado Andrés Calamaro, un artista multifacético. Un clásico de nuestro tiempo.
Andrés Calamaro lo tiene claro: no hay mejor forma de disfrutar la vida que haciendo lo que le da la gana que, en su caso, es creando música. Si hay algo característico en la trayectoria profesional de este músico nacido Buenos Aires, es la originalidad de sus títulos, muy similar a su exquisito gusto por el sentido de sentimientos y verdad en sus letras. Esto lo ha demostrado a lo largo de su carrera. "No creo demasiado en las canciones bonitas, aunque es inevitable hacerlas. En el fondo creo que mi atracción por la música tiene mas que ver con los instrumentos que con las letras. Al mismo tiempo me gusta reinventarme en el sonido", destaca.
Alejado de aquellas etapas de exceso e hiperacción que le hicieron inconsumensurable, Ca lamaro es, a los 55 años, un creador sereno y reflexivo volcado en la lectura, la melomanía y la alimentación saludable. Relajado, lleva a cabo la gira Licencia para cantar, de su último disco, 'Romaphonic Sessions', grabado solo con su voz y el piano de Germán Wiedemer. Un trabajo desnudo, casi un ensayo, en el que Calamaro combina material propio con versiones de Gardel, Piazolla o Nebbia. Mie ntras se refugia del barullo en las redes sociales, de las que dice, hay que tener distancia, Calamaro se reinventa en un formato más cercano a la gente y más tanguero. "No me siento fuera del rock. En el rock hay estereotipos, es como un circo con leones y con payasos. Tampoco puedo salirme demasiado del rock, porque no tengo sitio en otros géneros, seria un extranjero", manifiesta.
Querido por muchos y odiado por tantos, Calamaro hace música desde los ocho años cuando le regalaron su primer instrumento, un bandoneón. A los diez compuso su primer tema La chica del paraguas, y cuando tenía trece empezó a tocar la guitarra eléctrica y el piano. Cuando recién empezó en la música tocó junto a Zeta Bosio, Gustavo Cerati, Sandra Baylac, y Charly Amato, en diferentes grupos para luego formar parte de Los Abuelos de La Nada. "Debería haber publicado más cosas, mi discografía no me representa. Tengo otros perfiles de vanguardia experimental que permanecen bajo la línea de flotación o en el olvido. Se me recuerda por un puñado de canciones, cuando me consta haber hecho muchas otras grabaciones; la mayor parte del público solo conoce un puñado de mis canciones. Sin embargo, se me considera popular y respetado. Vivo con eso", analiza.
Andrés pudo ser miembro de “Soda Stereo”, ya que formo parte del grupo “Stress” junto a Cerati, banda que se llamaría después: “Proyecto Erekto”. Ese fue el momento en que Calamaro se saldría para que finalmente Cerati, Alberti y Bosio se transformaran en “Soda Stereo”. En 1984 hizo su debut solista, con "Hotel Calamaro". La producción de algunos temas estuvo a cargo de Charly García y Fito Páez participó de algunas sesiones, ya que estaba grabando su LP "Del '63" en el mismo estudio. En 1985 integró "Las Ligas", la banda que acompañaba a Charly García.
Su tercer disco solista, "Por mirarte" (1987) no tuvo demasiada repercusión, aunque se destacan el tema homónimo, Cartas sin marcar, No te bancaste y el cover de "Johnny Be Good", el clásico rock and roll de Chuck Berry. A pesar de la buena crítica de los medios su cuarto álbum, "Nadie sale vivo de aquí" (1989), tampoco causo mucho revuelo entre la audiencia. "Acepto un aplauso me que sirva al amor propio, como un silencio que proyecta respeto y atención. No hay que medir el destino de la música en porciones de éxito. No existen tiempos mejores que estos. Éste es mi tiempo dorado", remarca.
En la primavera de 1990 Calamaro parte a España, donde se une a Ariel Rot y Julián Infante, exintegrantes de Tequila, para llevar a cabo un nuevo proyecto musical bautizado como Los Rodríguez, donde grabaron tres álbumes en estudio: Buena suerte, Sin documentos y Palabras más, palabras menos. Paralelamente, continuó con su carrera solista con: "Grabaciones encontradas" ("Volumen 1" en 1993 y "Volumen 2" en el '94). Sin embargo, la mala relación con el resto de integrantes de Los Rodríguez hizo que poco a poco tomaran distancias entre ellos.
En 1995 compuso la banda de sonido de dos películas: "Caballos salvajes" (segundo trabajo de Marcelo Piñeyro) y "1000 boomerangs" (opera prima de Mariano Galperín). Regresó a los discos solistas con "Alta Suciedad" (1997). Este trabajo, producido por Joe Blaney, incluye otros temas como "Flaca", y "Loco", llegando a ser considerado en muchos países como uno de los discos más importantes del rock en español y el segundo disco más vendido del rock argentino en aquel momento. "La letra es necesaria. Si nadie escribe canciones, hay que escribirlas uno mismo para cantar. Escribir en prosa y texto libre es placentero. Tengo una deuda con la música. No se la pienso pagar aun", indica.
Pero no fue hasta 1999, con Honestidad Brutal, que Calamaro tocó la cúspide de su carrera musical. "Honestidad brutal" es un álbum doble, que tiene más crudeza que los anteriores. "El día de la mujer mundial" o "Paloma" e incluso el reciclado "Los aviones" son muestras de ello. En el 2000 Calamaro sacá su álbum "El salmón". El material es una recopilación de grabaciones registradas en su estudio casero, algunas de ellas retocadas luego para su edición. "Un disco no siempre es una declaración de principios. No soy un compositor con diploma, ni un letrista doctorado en nada. Hice canciones porque me hacían falta canciones. Estoy envuelto en una profesión que no me pertenece. En la historia voy a quedar como alguien que escribió, accidentalmente, cientos de canciones", expone.
En el 2004 se despachó con "El cantante", un disco casi acústico de canciones clásicas del repertorio latinoamericano y tres canciones propias. También en "Tinta roja" realiza una selección de otros autores, en este caso tangueros. Con "El palacio de las flores" (2006), no concretó un retorno masivo como podría imaginarse, sino algo mucho más artesanal. El single de difusión fue "Corazón en venta". Ese gran retorno fue, efectivamente, con "La lengua popular" (2007) una colección de doce canciones que incluyen el sello de Calamaro: estribillos, poesía, letras finas, ironía, mezcla de ritmos. Sin dudas, uno de sus discos más importantes. "No tengo relación con mis discos anteriores, simplemente los tolero. No le doy valor a mis discos. Estoy más enfocado en escuchar obras de otros artistas. No me tomo demasiado en serio", sentencia.
En 2009, la abundancia creativa de Calamaro superó lo conseguido con "El salmón": "Andrés, obras incompletas" es un box-set de seis discos, dos DVDs y un libro, que incluyen recopilaciones, inéditos y rarezas seleccionados personalmente por el propio autor. "No soy un especialista en canciones. Me gusta la grabación, tocar instrumentos. Hay que ser artista en todo, siempre. Para componer, es aconsejable leer paginas por cada pagina que escribimos", enfatiza.
En el 2010 publicó su álbum "On the rock", con la idea de grabar un LP de estudio con sus compañeros de gira, Andrés invitó a artistas de la talla de Calle 13 (banda),El Langui, Diego el Cigala, Bunbury, Niño Josele, Loquillo, Pereza, y Jerry González. El siguiente disco de Andrés llevo el nombre de Bohemio, fue lanzado en 2013, en formato de CD y DVD, con el videoclip de cada tema armando una especie de película o documental entrelazado, recibiendo buena critica. "Me gustan las grabaciones espontáneas, creo que principalmente no soporto grabaciones eternas ni estar en el estudio mucho más que unas pocas horas. En los últimos años le confié la producción a compañeros, y a veces ni estoy para escuchar las mezclas o corregir algo", rememora.
Tras idas y venidas tocando entre Argentina y España, principalmente, Calamaro tuvo a su vez grandes conciertos y programas junto a Los ratones paranoicos, Fito & Fitipaldis, Bersuit Vergarab at, Fito Páez, Enrique Bunbury, Miguel Bose y Joaquín Sabina. Presentaciones que quedaron grabadas en la memoria de todos sus seguidores. El ícono argentino del rock en español celebro esta semana su cumplea ños numero 55. Tras casi treinta discos en solitario, el músico, arreglista y compositor sigue al pie del cañón, sorprendiéndonos, de nuevo. "Me gusta experimentar con la música , y me gusta ensayar en la intimidad de los músicos y las canciones. Divertido es comprar discos, y placentero es escribir una canción. Pero el escenario no existe para vanidad o diversiones; tiene algo de sacrificio y de responsabilidad cantar bien, con verdad y con respeto", finaliza satisfecho El Salmón.
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