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domingo, 30 de abril de 2023

¡Que viva México!, una película reflexiva y divertida.

¡Que viva México!, una película reflexiva y divertida. 


Quien no conoce la historia está condenado a repetirla. Y quizás ahí tendríamos que haber incluido las guerras socioculturales o de cambio de regímenes que ha padecido el México contemporáneo: entre liberales y conservadores; los supuestos “buenos” y “malos”; “la mafia del poder” y “el pueblo bueno”; los pueblos originarios y los invasores; “chairos” y “fifís”, los de arriba y los de abajo. Una guerra donde los que no están conmigo, están contra mí. Un México convertido en el país de las mil y una guerras, entre reales y ficticias. Porque, desafortunadamente, llevamos años, si no es que siglos, viviendo una confrontación tras otra, y el mundo del cine no es ajeno a esto. Es en este contexto que nace la película ¡Que viva México! (disponible en cines el 23 de marzo de 2023), una ácida fábula social y una venenosa sátira política; un esperpento con mucho humor negro que, como un espejo desalmado, nos muestra y retrata a todos, pero no en un tono realista o naturalista, sino con la distorsión que dan la parodia, la farsa, el realismo mágico y la caricatura. Porque qué terrible sería que el mundo y el país que retrata, existieran verdad: un lugar sin nadie que se salve o se redima, donde sea difícil adivinar quién es peor, si el envidioso, el avaro, el corrupto, el chantajista, el traidor, el ratero, el cómplice o el asesino... O peor aún, el pariente o el vecino.


¡Que viva México! es un mural con decenas de personajes deliberadamente estereotipados, donde cada uno representa algo más que a sí mismo; pretende convertirse en un microcosmos, una alegoría o metáfora de todo un país en el que estén cuestionados nuestros valores y anhelos, nuestras nobles instituciones y grandes íconos culturales, pero también, la música popular, la sabrosa comida y el gastado folclor; todo enmarcado en ese pequeño infierno personal al que todas y todos pertenecemos y que, para bien o para mal, tenemos y padecemos: la familia. Ya lo dijo León Tolstói en Ana Karenina y esta película lo parafrasea: Todas las familias felices (si es que existen) se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz, lo es a su propia manera. Hoy, las familias y la sociedad en general hemos encontrado nuevos canales para ser infelices o desgraciados. Ampliamos esta realidad con la complicidad de las redes sociales y las nuevas tecnologías, que han agravado hasta el hartazgo los enfrentamientos añejos. Vivimos tiempos de intolerancia, polarización y racismo, tiempos, insisto, del que no está conmigo, está contra mí. En México lo escuchamos a diario (aunque irónicamente creímos que desde las elecciones de 2018 nos libraríamos de esto).


No puede dejar de sorprendernos, que la llegada de la tan anhelada transición a la democracia, a la par de ayudarnos a entendernos mejor, haya exacerbado también nuestras diferencias y generado rencores entre nosotros. Para bien o para mal, o más bien para muy mal, este universo de confrontaciones no es privativo de México. Por ello ¡Que viva México! juega en el otro sentido. Es una película muy ambiciosa. No solo por su temática, su duración de 189 minutos, su numeroso reparto o sus valores de producción, sino por lo complicado y laborioso que fue reproducir dos mundos opuestos y enfrentados. Uno casi monocromático se ha quedado detenido en el tiempo y nos ubica imaginariamente a mediados del siglo XX, el cual representa nuestra historia, atavismos y tradiciones. Otro muy brillante y colorido: el moderno, desarrollado y aspiracional, ese México de los clasistas y arrogantes “fifís”. Pero tal vez lo más interesante que puede surgir de ¡Que viva México! es ¿qué reacción tendrán sus espectadores (actores de la vida pública y clase política)? ¿Sentirán sus vidas reflejadas en los personajes? ¿Qué pensará esa audiencia —que tiene como ley la corrección política— de que los “héroes” aquí son retratados como clasistas, racistas, misóginos, avaros, intolerantes, machistas, homofóbicos, arribistas y corruptos?


Si como país por fin logramos consolidar un nuevo régimen que se presume democrático y progresista, la tolerancia a la crítica y el respeto irrestricto a la libertad de expresión debieran ser el sello. En ese sentido, la película representa un gran reto y una provocación a esa tolerancia, o intolerancia reinante. ¿De qué se trata ¡Que viva México!? La historia se sitúa veinte años atrás donde el protagonista, Pancho Reyes, un próspero y “aspiracional” hombre de clase media, abandonó su pueblo natal y se olvidó por completo de su numerosa y paupérrima familia. Un día, recibe una noticia inesperada cuando su padre le informa que su abuelo, Don Francisco Reyes, un viejo y rico minero, acaba de fallecer, y que él es parte de su testamento y posible heredero.


Motivado por la codicia, Pancho decide regresar al remoto pueblo de La Prosperidad para reunirse con su distanciada y resentida familia, y lleva consigo a su mujer, sus hijos y su criada. Pero la sola presencia de Pancho, el favorito de su abuelo, considerado por toda su familia como un arrogante e ingrato fanfarrón; y la posibilidad de que sea uno de los herederos en el testamento, despiertan viejos sentimientos de envidia y odio que se han mantenido a flor de piel durante mucho tiempo, provocando una gran batalla. Una especie de guerra en la que todo está en juego para luchar por la herencia entre Pancho y su campechana y vulgar familia: Los Reyes de la Prosperidad. Sin duda es un filme que promete diversión y reflexión. El filme es dirigido y producida por Luis Estrada (La Ley de Herodes, El Infierno, La Dictadura Perfecta) y con historia y guión de Estrada y Jaime Sampietro (El Infierno), la película está protagonizada por Damián Alcázar (El Infierno, La Ley de Herodes, Acapulco), Alfonso Herrera (La Dictadura Perfecta, Ozark), Joaquín Cosío (El Infierno, Escuadrón Suicida), Ana de la Reguera (El Ejército de los Muertos), Ana Martín (El Pecado de Oyuki) y Angelina Peláez (Presencias). Sandra Solares es la productora ejecutiva.


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