Billie Eilish: Icono de la generación post-millennial
“Si alguien cree que debo quedarme fiel a lo que ahora hago, que me
deje de seguir. Siempre voy a cambiar. Personalmente voy a cambiar, y
mi música lo hará conmigo. No creo que tenga que hacer música que no
quiera. El hiphop me cambió la vida cuando tenía 11 años, me encanta
su cultura. Honestamente, no intento mantener los pies en el suelo. Me
rodeo de mi familia. Mi hermano es mi mejor amigo, el me produce,
escribo con él, rodearme de mi familia me hace sentir bien. Lo que es
una locura es lo vivo ahora. La gente tiene que dejar de tomarme tan
en serio”, señala reflexiva Billie Eilish, la diva de la música
actual, la nueva reina adolescente. Solo tiene 17 años y un disco en
el mercado, pero expertos y millones de fans ya colocan como la
próxima gran estrella de la música a Billie Eilish, que ha sido uno de
las sorprendentes e indiscutibles gurús del mas reciente festival
Coachella que se celebró en California (EE.UU.).
Su presentación en este evento, que es un referente de lo "cool" y del
gusto hipster, supone un nuevo espaldarazo para una artista que
comenzó componiendo canciones en su casa junto a su hermano y que
recientemente alcanzó el número uno en la lista Billboard, pasó por el
programa de Ellen DeGeneres y fue objeto de una serie de halagos en
los destacados diarios The New York Times y Los Angeles Times. La
californiana se ha convertido en la primera artista nacida en el siglo
XXI que ha llegado al número uno de las listas estadounidenses con su
álbum de debut. Mejor aún, Eilish se aparta de los modelos hegemónicos
previos de la estrella pop (con Madonna como matriarca del siglo XX y
Beyoncé y Taylor Swift en el XXI) ofreciendo un cambio de dirección,
un nuevo modelo cuyo indiscutible precedente ha sido la también
adolescente Lorde.
Enlazando pop oscuro e introspectivo con detalles de hip-hop y
electrónica en medio de canciones minimalistas, el álbum de Eilish
llama también la atención por su pronunciado contraste, el que va del
lamento de corazón roto adolescente de "Wish you were gay" a la
contundencia y exhibición de poderío de "You should see me in a
crown". Aunque quizá sea "Xanny" la gema de su álbum, una canción
asombrosamente madura y en la que reflexiona sobre el consumo de
calmantes y antidepresivos en su generación. Las críticas a su disco
debut, que ha coescrito y producido su hermano Finneas O'Connell, han
sido muy positivas, y toda una referencia de la industria como Dave
Grohl, líder de Foo Fighters, que comparó la conexión de sus hijas por
la obra Eilish con lo que los jóvenes de los años 90 sentían por los
temas de Nirvana.
La aventura de Eilish comenzó en 2015 cuando publicó en la plataforma
Soundcloud la canción "Ocean Eyes". A partir de ahí comenzó la
atencion sobre ella en redes sociales y millones de clics en sus temas
que la llevaron a grabar temas para Interscope y a tener 17,8 millones
de seguidores en Instagram. Aunque la historia de un talento joven y
único que alcanza el estrellato a la velocidad del rayo es una
constante en el pop, Eilish trata de evitar las comparaciones. Es en
los textos donde todavía tiene que terminar de romper. Como en el caso
de Lorde, es fácil dejarse seducir por la idea de que denotan una gran
madurez para su edad, sobre todo si se compara con las cosas de poco
valor que sueltan la mayor parte de las estrellas del pop que la
doblan o triplican en años de carrera. En su tratamiento de las
relaciones sentimentales, se adhiere a los mejores aspectos de la
cultura de estos tiempos: empoderamiento y carácter sin disimular su
vulnerabilidad cuando es menester identificación como mujer y falta de
miedo a la incorrección política, además de una inteligencia emocional
envidiable que viene a demostrar que las nuevas generaciones son
mejores en ese sentido. “Terminar una canción me hace sentir muy bien.
Mientras la estoy escribiendo me siento muy mal, no me gusta estar
escribiendo un tema sin saber cómo terminará. Lo odio. Pero lo hago
para poder tener ese sentimiento después de “he escrito esto, esto es
mi arte”. Para mí, escribir canciones no es divertido hasta que las
termino. Me gusta esa sensación porque me demuestro a mí misma que
puedo hacerlo”, enfatiza.
Eilish creció escuchando géneros de rock y pop alternativo como: Green
Day, My Chemical Romance, The Strokes, Red Hot Chilli Peppers, Tyler
The Creator, Marina and The Diamonds, Lana del Rey. Sus vídeos suelen
ser sombríos y comparten la estética de una película de terror. Hay
gente que la acusa de banalizar la depresión, o de convertirla en algo
cool. La capacidad de Eilish de darle espesor estético a todo lo que
pasa por su cabeza redunda en su manera de mostrarse, con un aspecto
sombrío y manifestar abiertamente sus conflictos internos, que se
conviertan en una tendencia dominante. Eilish está empezando a saber
lo que es la fama en todos sus aspectos. La cantante fue una de las
grandes triunfadoras de Coachella 2019, confirmando así que su éxito
no es producto de un fenómeno momentáneo sino que su talento es real.
Billie está viviendo el sueño de cualquier artista: está gozando no
solo de éxito sino del reconocimiento de la industria y de miles de
seguidores que está acumulando por todo el mundo. Hasta Justin Bieber
ha sucumbido a su talento.
“Al grabar, seguimos siendo sólo nosotros, mi hermano y yo. Trabajamos
en su habitación en la casa en la que ambos hemos crecido. No estoy en
un gran estudio. No quiero estarlo. Es una decisión mía: todo lo que
creo lo hago en la casa en la que crecí, con mi hermano, que es mi
mejor amigo. Y funciona, así que ¿por qué cambiarlo? ¿Por qué buscar
otras personas para hacerlo cuando ya lo estamos haciendo exactamente
como queremos? Lo escribimos todo juntos, él lo produce y ya está. No
necesitamos a nadie más”, afirma convencida. Ahora bien, la fama
implica ciertas desventajas que muchas veces tienen que ver con la
exposición continua que se tiene. Y Billie comienza a saber lo que es
despertar interés en los medios y en las personas que hay a su
alrededor que siguen su música. A estas alturas, todo el mundo sabe ya
por qué el nombre de Billie Eilish está por todas partes: es la última
súper estrella millennial, acaba de triunfar en Coachella, está
grabando una colaboración con Rosalía (entre muchas otras) y se mueve
por las redes sociales como pez en el agua, incluso tiene un filtro
propio en Instagram, y posee una personalidad tan propia como sus
temas.
“No quiero que internet sepa cómo soy realmente como tampoco quiero
que la gente sepa demasiado sobre mí. Para mí todo esto es arte, no
soy yo intentando ser la chica rara que se pone una araña en la boca.
Me importa más el arte que cómo me muestro yo. Los vídeos y el disco
tienen mucho humor, así que no hay que tomarlos tan en serio. Mi
música no es tan seria. Me encanta que haya humor en mis canciones. No
soy una persona seria”, sentencia. La industria musical ya la
considera todo un hito, pero estamos pasando por alto un último
eslabón que hace de ella un fenómeno redondo mucho mayor: su
irreverente y personalísimo estilo de vestir. Sudaderas y pantalones
oversized, colores neón, estampados llamativos, accesorios audaces y
extravagantes y casi siempre zapatillas de ediciones limitadas. La
cantante elige la mayoría de prendas de estilo masculino y mantiene
una estética con tintes urbanos, punks y tomboy muy poco convencional.
Así que emular su estilo podría resultar complicado. Habrá que esperar
a que lance su propia línea de moda. “Me gusta poder expresarme con la
ropa. No me importa ser juzgada, así que si a alguien no le gusta lo
que me pongo, está bien. Todos los días trato de usar cosas que no he
usado antes o me pongo una parte de un atuendo de manera diferente.
Dibujo en mis zapatos, doy vuelta a mi camisa o me corto los
pantalones. Me gusta mezclar ropa de segunda mano con marcas: mis
favoritas son Gucci, Fendi, Off-White y Golf Wang”, indica. A la
espera de lo que depare el futuro, el presente es suyo y este año,
para conformar la magnitud de su fenómeno, tiene ya a cuestas una
enorme gira mundial y la atencion de los medios por delante. “Mi
prioridad es no hacer la misma canción una y otra vez. Y con este
disco el objetivo principal era ese. Lo último que quería hacer era un
proyecto en el que todas las canciones fueran iguales, así que me
enfoque en hacer que cada canción sonara completamente distinta a las
demás. Pueden estar juntas pero suenan totalmente distintas. Si lo
escuchan de principio a fin es un grupo de moods distintos, de
influencias e inspiraciones varias, el reto era conseguir una obra
artística que fuera coherente”, finaliza satisfecha. Larga vida la
nueva reina adolescente.
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