"Prefiero ser héroe y de vez en cuando jugar a ser villano. En el rock he sido un héroe, uno de los últimos héroes, aunque también he interpretado el papel de villano", se vanagloriaba David Bowie, el inabarcable. Quizá el único calificativo que pueda hacer justicia a David Bowie (Londres, 1947-Nueva York, 2016) sea precisamente inabarcable. Sondear en la obra del músico, productor, actor, compositor y arreglista, es lanzarse a un océano profundo. Nacido al éxito en la psicodelia y encumbrado en el glam antes de lanzarse a la sofisticación en sus años como Duque Blanco, Bowie no fue quizá la cumbre de nada, pero estuvo en la raíz de casi todo. Fue germen de la transgresión, de la diversidad, de la trascendencia. De la transversalidad, en definitiva.
Innovador, provocativo, transformista, no le tenía miedo a nada. Su nombre real era David Jones, nació en Brixton, en el sur de Londres, y fue criado en el suburbio de Bromley. Comenzó su carrera con apenas 13 años, tocando el saxofón con algunas bandas de la capital inglesa. Sin embargo, el éxito le llegó en 1969 con el single "Space Oddity", una canción que trataba del viaje del astronauta de ficción, Mayor Tom. "El rock te permite estrellarte con tu cohete en la luna y salir del accidente tan fresco. A cada canción le exijo que tenga una gran fuerza interior", rememoraba el hombre de las estrellas.
Innovador, provocativo, transformista, no le tenía miedo a nada. Su nombre real era David Jones, nació en Brixton, en el sur de Londres, y fue criado en el suburbio de Bromley. Comenzó su carrera con apenas 13 años, tocando el saxofón con algunas bandas de la capital inglesa. Sin embargo, el éxito le llegó en 1969 con el single "Space Oddity", una canción que trataba del viaje del astronauta de ficción, Mayor Tom. "El rock te permite estrellarte con tu cohete en la luna y salir del accidente tan fresco. A cada canción le exijo que tenga una gran fuerza interior", rememoraba el hombre de las estrellas.
Su álbum Hunky Dory (1971) contenía los temas "Changes" y "Life on Mars", pero fue The Rise and fall of Ziggy Stardust and the spiders from mars (1972), el que le lanzó al estrellato. Bowie se abrió paso en América con "Fame" (1975), una colaboración con John Lennon para su álbum Young Americans. En los ochenta, puso a sus fans a bailar con éxitos como "Let's Dance" (1983). Otras canciones por las que se le recuerda son "Heroes", "Rebel, rebel", "Modern Love", "Life on Mars?", "Starman" y "Suffragette city". En total lanzó 25 discos, incluido el último, Blackstar, que ha vio la luz hace apenas una semana y que contiene canciones que mezclan el jazz y toques electrónicos. En constante evolución hasta el final. "Nunca me han importado las críticas. Dependo mucho del humor con el que me levanto. Si me levanto lleno de energía positiva, estaré maravilloso, pero si me levanto cargado de negatividad, será difícil aguantarme ese día", reflexionaba el creativo.
Sin duda ha sido uno de los artistas más revolucionarios que ha habido en la historia de la música. Representante del llamado glam pop, su estilo a lo largo de los años estuvo mezclando toques de punk, rock neoromántico, música electrónica y un sinfín de estilos que han influido a otros artistas. Un cantante que supo reinventarse y sorprender, no sólo con su sonido, sino con su estilo. Su imagen y su estética desafiaba las normas y él mismo llegó a decir en alguna ocasión: "Lo que hago es muy sencillo, es solo que mis elecciones son muy diferentes de las de otras personas", sentenciaba.
Desde Ziggy Stardust, a su álbum casi póstumo, Blackstar, Bowie trepó por diferentes espacios de la música y la expresión plástica. -el concepto performer parece ideado para él-, llevándolo por caminos diferentes. Tal vez no hasta limites insospechados, pero sí hasta rincones inesperados. De "Life on Mars" a "Heroes", la carrera de Bowie siempre dejó eco. Su camaleónica personalidad abría caminos que profundizaban otros, con un espíritu más próximo al de explorador que al de completista. Como el habitante que fue de un multiuniverso, -el suyo propio-, en el que quedarse siempre tenía menos sentido que llegar. “No tengo palabras, descansa en paz David Bowie”, expreso el compositor Brian Eno.
Tan original era, que imprimía magia a sus apariciones en las que le rodeaba ese halo de secreto y misterio que tenía su propia persona. Y es que su mirada, con un ojo de cada color, fruto de una pelea en la adolescencia, ya le imprimía ese carácter. Su carrera no se quedó en la música ya que pronto saltó al cine con "The man who fell to earth" (1976) y "Labyrinth" (1986), una cinta que se ha convertido en todo un objeto de culto de los 80). En ellas dio vida y puso rostro a la fantasía. También interpretó el papel principal de El hombre elefante en Broadway, en los años 80s, participó en "Just a Gigolo" (1978), de Marlene Dietrich, en "Merry Christmas Mr. Lawrence" (1983) e interpretó a Poncio Pilatos en la controvertida cinta de Martin Scorsese, "La última tentación de Cristo" (1988). “La amistad de David era la luz de mi vida. Nunca conocí a nadie tan brillante. Era el mejor", destaco Iggy Pop.
Bowie, no obstante, tuvo sus sombras. En los 80s, como otros compañeros de generación, -Lou Reed, Mick Jagger, Frank Zappa, Iggy Pop-, se mostró disperso y errático en ocasiones. Sirva como ejemplo la versión, y sobre todo el videoclip, de "Dancing in the streets", a la limón con Mick Jagger. O su participación como Jareth, rey de los Goblins, en "Labyrinth", cinta de fantasía infantil dirigida por Jim Henson, creador de los Muppets que, dentro de lo que cabe, sirvió al menos para engrosar la memoria sentimental de la generación que ahora encara los 40, y algunas posteriores. "¡Estoy devastada!. David Bowie cambió mi vida. Talentoso, Único. Genuino. Tu espíritu vivirá por siempre", lamento Madonna.
Tal vez por ello, en la década de los 90s Bowie adoptó una pose y una actitud más moderada, más próxima al artista y al intelectual, que resultó realmente convincente. Quizá porque más que pose, al final, era actitud. Y con el descenso del fluir de su actividad, arrancó el fluir de la influencia. Hay parte de Bowie en Placebo, Radiohead, Joy Division, Pixies, Smashing Pumpkins, Duran Duran, Bjork, que con su preocupación por metamoforsearse y mezclar géneros sea la que mas se le asemeje, así como hay parte de Bowie en tanta música de las últimas décadas, sin olvidar la versión de "The man who sold the world" que llevó a cabo Nirvana en su Unplugged. No exenta de discusión: versionar a Bowie siempre fue un problema, porque suponía versionar uno de sus múltiples lados o caras. Tal vez porque nunca existió una mejor versión de Bowie, de todos los Bowies, que él mismo. Por eso el retrato que Jonathan Rhys-Meyers compuso de él, o de su personaje Brian Slade, en la película "Velvet Goldmine" (1998), y que pretendía ser un relato de los años del glam, fue escaso. Bienintencionado, pero definitivamente escaso. "El talento de David Bowie era temible. Es una perdida inestimable", afirmo Brian May de Queen.
Ejerció además de productor para artistas notables como Lou Reed, Iggy Pop, The Stooges y Moot the Hoople. Su influencia fue tal que incluso el Victoria and Albert Museum, en Londres, dedicó una exposición a su vida, trabajo y estilo en el año 2013. Y Desde el año 2013 llevo una vida tranquila, bastante alejada del foco público. Su Ultima actuación en vivo fue en 2006 en Nueva York. Se le pudo ver compartiendo escenario hace menos de un mes en el estreno de Lazarus, un musical que se basa en sus melodías y que, junto con su disco final, son los únicos regalos que quedan a unos fanaticos desolados por su irreparable pérdida. "Su estrella brillará en el cielo por siempre. Bowie fue una gran estrella", señalo Paul McCartney.
De la vida de Bowie se podría decir que fue una reencarnación constante, si no fuera porque nunca murió. Ni siquiera ahora. Porque, en última instancia, Bowie fue una forma de existir. Completa, compleja y múltiple. Sin límites ni reposo. La muerte, de alguna manera, no tenía que ver con él. Celebremos su vida, su inteligencia, su genialidad y su peculiar gusto para vestir. Gracias por todo David. Icono estético y artístico. Entretanto tanto, esparcido y proyectado en el espacio tarareas: "Hay un hombre de las estrellas, esperando en el cielo. Quiere venir (a la tierra), y conocerlos".
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