ORIEL BALAGUER
“El
pastelero se hace, pero ayuda muchísimo tener cualidades innatas. Mis productos son ligeros, pero además tienen todos sus
contrastes acentuados. El menos es más, y es una tendencia aplicable a la
cocina dulce, hay que sacar el sabor completo de cada uno de los ingredientes
en función del resultado final que se busca. Y eso mismo encontraran en cada
uno de mis locales, lo mismo postres, que pasteles, e ideas en chocolate,
totalmente diferentes, tanto por sus sabores, como por su presentación, pero
sobre todo por la serie de técnicas que aplico en cada creación”. Señala con un
gesto entre ufano y relajado el reconocido chef catalán Oriel Balaguer, considerado
actualmente el mejor pastelero del mundo.
Oriel Balaguer nace en
Callafell, provincia de Terragona, en Cataluña, España, el 7 de diciembre de
1971. Se crió en una familia de reposteros, donde su padre quien fuera
chocolatero, poco a poco le empezó a inculcar las acarameladas maravillas del
arte culinario. Conmovido y entusiasmado inicio rápidamente sus estudios en la
Escuela de Pastelería en Barcelona, donde comenzaría su pasión y vocación por
lo dulce. Sus esfuerzos lo derivaron a las mejores pastelerías y chocolaterías
de España, donde muestra sus dotes y respeto por las materias primas más
nobles que ofrece la pastelería. Poco tiempo después estudia la
carrera de Bellas
Artes, con lo que adquiere conocimientos sobre diseño y
estructuras artísticas. Con la mente y manos dispuestas, sigue de lleno los
pasos de su padre y se adentra en el mundo de la alta chocolatería, confitería y
bombonería.
“Para mi los postres, las galletas, los dulces, no son el hermano menor
de la cocina en general. Esta última década, y sobre todo por el entorno
social, se ha dado gran relevancia al cocinero. Los medios de comunicación
están pendientes de cada paso de los grandes chefs, dejando de un lado los
postres, o lo que es lo mismo, el broche de oro de una buena cocina. Es un
platillo que dejan en segundo lugar, aunque afortunadamente esto está
cambiando. Siempre hay que tener en cuenta que no hay un menú completo sin un
buen postre en un restaurante de altura”, declara convencido el artesano.
Balaguer ha conseguido en pocos años revolucionar el mundo de la
repostería española creando incluso modas de primavera-verano y de
otoño-invierno. Así, de la misma forma en que los modistos visten a la gente.
Oriol no solo alimenta con sus dulces, sigue las tendencias de cada temporada.
Hablamos sin lugar a dudas del mejor confitero y chocolatero del mundo. Este
año una de sus novedades de temporada fue la caja de colección nombrada High-Tech-Chocolate,
con 36 bombones de 12 sabores y texturas diferentes, además de dar a conocer
una exquisita selección de 10 chocolates pequeños o mini-tabletas, acompañados
impecablemente con una fina selección de especias y hierbas.
“Tradición repostera si que la hay, mucha y variada, pero debemos
considerar que no hemos sabido explotar ni los conocimientos, ni los platillos,
ni los sabores, por completo. Esto se debe en parte a la importancia que se le
ha dado siempre al chef, y no al pastelero, como complemento. De cualquier
forma, hoy en día son los propios chefs los que buscan en la repostería dar un
broche de oro a su menú selecto. Y eso me parece perfecto. Yo
siempre he sido de la opinión que un dulce debidamente equilibrado puede ser
el inicio o el final idóneo de una buena comida”, sentencia en tono
categórico.
Premios como el de Mejor Tienda Gastronomica de Madrid en 2008, el de
Profesional del Año 2006, el de Mejor Pastelero de Cataluña 2003, el de Mejor
Postre del Mundo en 2001, o el de Mejor Libro de Recetas por “La cocina del
postre” en 2000, son tan solo algunos de los galardones que avalan el buen
quehacer repostero de Balaguer, como un auténtico maestro del dulce, quien además
está empeñado en crear una nueva relación entre el cliente y el producto. Por
ello, en sus tres tiendas de postres (Barcelona, Madrid y Tokio) se ha
eliminado el tradicional mostrador, para convertir el espacio de venta en una
sala de museo ultramoderno, donde el cliente se mueve libremente entre las propias
obras de arte del destacado artista repostero.
“Hace ocho años abrimos en Barcelona lo que denominamos el show-room del
dulce. Queríamos crear un espacio especial, único en España, en el que el cliente
no tuviera que tocar el timbre para comprar un postre, un bombón o un dulce.
Era un espacio de muestrario, el de una exposición del producto, con la
trastienda que servía entonces desde la cocina. Y ese incipiente experimento
sirvió de base para nuestra actual empresa en expansión, la cual iniciamos en
el 2002” ,
recuerda entusiasmado el experto.
La cocina de Oriol es sin duda alguna la alta costura del dulce, la
sofisticación de la pastelería de alta tecnología, donde lo mismo encontramos
chocolates, bombones, merengues, pasteles, galletas, bizcochos, postres o
tartas. Es un mundo de mágicos sabores en el que destacan dos exitosos
productos de venta; el bombón mascletá, relleno de azúcar que estalla en la
boca, y el pastel “de ocho texturas de chocolate”, creaciones que le valieron
reconocimientos por dos de los mejores postres del mundo.
“Una creación
llega a veces al momento, pero otras veces tarda semanas. El proceso es muy
complejo y extenso En cualquier caso, llegar al tan anhelado platillo ideal es
muy difícil, sobre todo, porque tienes que confiar nada más en tus
posibilidades e instinto, y no copiar de otros estilos. Me gusta innovar y ser
creativo, por eso en el Estudio trabajo con diferentes técnicas, temperaturas,
y texturas. Hasta llegar a obtener un delicioso producto que me satisfaga al
100%, el cual, por supuesto, espero seduzca de esa misma manera a cada uno de
mis clientes” concluye de manera serena sus apuntes sobre el lado dulce del
arte culinario el vigente rey del manjar.
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