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sábado, 29 de junio de 2013



ROBERTO ALAGNA: EL TENOR MÁS CONTROVERTIDO DE LA ÚLTIMA DECADA.

“El publico siempre tiene la razón. El público recibe una emoción de parte nuestra, que es tan fuerte como un sentimiento. No viene a pedirnos que seamos de un modo u otro, acude al teatro para soñar, para recibir una vibración. Está ahí para divertirse y olvidar su vida diaria. Siempre hay que respetar al público. Siempre hay que buscar la belleza, para que cuando suba el telón la gente exclame "¡Ah!". Primero está el placer de la vista y el espíritu, y después el del oído y el resto”, señala de manera categórica sobre su incursión en el escenario el tenor francés Roberto Alagna, destacado intérprete contemporáneo de música popular y opera. Roberto Alagna nació en Clichy-Sous-Bois, población francesa de la antigua provincia de Saint-Denis, el siete de junio de 1963. Proviene de una familia de emigrantes sicilianos. Ha sido influenciado por afamados interpretes de la talla del italo-americano Mario Lanza y el español Luis Mariano, y sus respectivas grabaciones históricas, que combinaron los conceptos de la opera clásica, con la música tradicional popular. Gracias a esta afición y dedicación se convirtió en un vocalista autodidacta. “Lanza y Mariano influyeron mucho en mi carrera. Por parte de padre, en mi familia se cantaba música popular, y por parte de madre, se cantaba ópera; yo me encontraba un poco inmerso entre estos dos mundos. Ahora, después de poco más de veinte años de carrera puedo decir que no me queda mucho nuevo por probar, aunque la ópera sigue siendo mi gran pasión. La ópera circula por mis venas, pero también es cierto que me atrae como género musical la canción popular, por que me recuerda el principio de mi vocación”, evoca el tenor. Después de ganar el competido Concurso Vocal Luciano Pavarotti, Alagna debuto profesionalmente en 1988, en el papel de de Alfredo Germont en La Traviata, con La Compañía del Festival de Glydenbourne. Este inusitado éxito lo llevo a cumplir una serie de presentaciones en pequeñas ciudades de Francia e Italia, un inolvidable rol protagónico que represento en más de 150 ocasiones. “Cuando empecé quería cantar papeles en francés y los directores de teatro me decían: "No puedes cantar en francés, porque tienes una voz italiana, que se adapta mejor al género italiano", pero yo les decía que quería cantar en francés, porque estaba seguro de poder aportar algo con mi dicción, algo un poco más moderno, quizá menos refinado, pero con más sonido y mas calidez latina”, declara emocionado. Es así que fue creciendo su reputación y es invitado a cantar en los grandes teatros como la emblemática Scala de Milán, en Italia, en 1990, The Royal Opera House, en Londres, y The Metropolitan Opera House, en Nueva York, EEUU, en 1992. Su aclamada representación como Romeo en la trágica obra Romeo y Julieta, y su magistral interpretación del Ave María del compositor Charles Gounod, lo catapultaron de manera definitiva hacia al estrellato internacional en 1994. “Si hago una retrospectiva de mi carrera diría que he tenido muchísima suerte, porque desde el principio he podido escoger los papeles que quería cantar, los teatros donde quería actuar y, siempre con muy buen nivel, con los mejores cantantes, los mejores directores y los mejores dramaturgos. Por lo tanto, puedo decir que soy una persona muy afortunada en mi carrera”, afirma convencido. Alagna ha desarrollado una particular afinidad por la opera francesa y por los papeles italianos mas líricos, y progresivamente mas dramáticos, como fue el papel estelar de la opera Otelo, de Giuseppe Verdi, adaptación de la obra de William Shakespeare. “Antes que nada debo decir que soy una persona muy autocrítica, tanto en la música, como en el cine. Me he negado el derecho a equivocarme. Por eso mismo creía que verme en la gran pantalla sería catastrófico, pero de hecho no ha sido así. Por eso creé mi propia casa productora, con dvd`s filmados de modo similar al cine”, detalla. En 1996 se casó con la soprano rumana Ángela Gheorghiu. La pareja ha cantado junta en muchas ocasiones en el escenario y en grabaciones juntos de duetos, arias y óperas completas. Los dos cantantes protagonizaron también la versión fílmica de la ópera de Giacomo Puccini, Tosca, dirigida por el director francés Benoit Jacquot. "Nunca me ha gustado un disco mío al 100 %, después de grabarlo. Mi primera reacción es criticarlo, porque al final no es el sonido que yo espero, y me preocupo mucho por ello. Soy tan minucioso, que la gente del medio me dice que estoy mal de la cabeza. Me encanta la música popular, aunque admito que lo mío es la opera, no puedo vivir sin ella. Es como un aliciente del que estoy cautivo. Toda mi sangre está llena de ópera. Cantar es como rezar, porque va directamente al corazón", asegura. El reconocido artista es un habitual abridor de temporada operística en los mejores teatros del mundo, y ha asumido año con año nuevos retos en su brillante trayectoria, como es su participación en la cinta Aída, de Franco Zeffirelli, y la puesta en escena de Madame Butterfly, en Barcelona. En el mercado latinoamericano ha empezado a despuntar a partir de 2012, ya que participo en el legendario Teatro Colon, en Buenos Aires, Argentina, abarrotando este recinto con su arte. Fue condecorado con la orden de La Legión de Honor por parte del gobierno francés, como uno de sus más destacados exponentes musicales en el mundo. "Los cantantes somos personas muy sensibles. Para mí el que me señalen como divo no es una cosa negativa. Un divo es alguien dotado de un talento especial, que muchas veces no es considerado como humano, sino celestial. Pero yo no soy ni caprichoso, ni difícil, en el trato, aunque suelo ser muy exigente en lo todo lo que me hago, definitivamente”, finaliza de manera concisa la plática este distinguido lírico.

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