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viernes, 15 de febrero de 2013



JOSE LUIS DURAND: PERFECCION, ESTETICA Y BELLEZA EN CADA VINO

“Cuando llegue a Ensenada vi que México no solo eran sus paisajes y playas. La tierra y el clima fueron una suma de elementos, fueron la razón por la cual decidí quedarme en este país, me encontré con el Santo Grial, y dije, *de aquí soy*, si tienes ese potencial de uva, esa calidad de viña y ese clima tan especial, como no tenemos un vino que exprese ese nivel de calidad, y de ese potencial nació Icaro, una de las piedras angulares del vino actual mexicano”. Señala entusiasta José Luis Durand, el destacado catador y enólogo de fama internacional, de madre chilena y padre peruano, quien se siente hoy en día definitivamente mexicano. Durand vino a México como parte de un proceso de selección de Casa Domecq en el año 2000, para quedarse con el puesto y de la mano de asesores de talla mundial se encargo de llevar a esta productora vitivinícola a una búsqueda constate por la calidad, directa del viñedo, hasta la botella. El valle de Guadalupe le abrió la inspiración a variedades a las que no había enfrentado, y ahí nació su rebeldía. “para mi la naturaleza habla a través de lo aromas. Los sabores son una consecuencia de estos aromas. En la búsqueda aromática lo que he ido aprendiendo es a limpiar, a pulir los aromas, para buscar así la nitidez, y la definición de la bebida”. Declara. Después de implementar estrictos procesos de calidad, creo la etiqueta Icaro o libertad, un magnifico exponente de viticultura nacional. Con Icaro en 2002 José Luis quiso volar hacia las alturas, desafiando su supervivencia, para ahí verter todos sus ímpetus y deseos por lograr el vino perfecto. Es así que comenzaría un proyecto de exploración en lo valles bajacalifornianos, cristalizando en productos realmente sorprendentes como Marsella, Enzo Lado A y Lado B, Otelo, Coco, 15 Líneas, Mirlo, Marcel, Equus y Norte 32. “Creo que tenemos un potencial de viñedo enorme en este sitio. En términos globales, hay muy pocas zonas en el mundo donde logremos que estos factores se conjuguen. Puedes encontrar territorios donde hay mucho olor, donde hay muchos aromas, o donde tienes muchos compuestos, pero la gracia de Ensenada es que es una zona que con la conjunción de sus suelos logra esa maravilla”. Destaca. Si bien sus inicios fueron en Casa Domecq, sin duda los grandes volúmenes de producción le permitieron ver que su vocación estaba enfocada a cantidades más pequeñas, que le permitieran plasmar la diversidad de vinos mexicanos y su forma de expresarse en las distintas bodegas. Este laborioso enólogo tiene un trabajo profundo, con sentido, que se expresa a través de sus vinos, ya que puede percibir en ellos no solo una forma de vida, sino un todo matrimonio entre la uva y la tierra. “Cuando hago un vino, solo tengo una premisa clara, todo inicia en la viña, ya que en esta esencia es donde están los soles y estrellas, las brumas y santanas. Leer la naturaleza tiene que ver con tu cercanía con la viña, y una lectura detallada de todo lo que ocurre en ella para traducir ese entorno en aromas y sabores, a través de una vinificacion y crianza correcta”. Aclara. El mismo viticultor define sus vinos como un producto mágico, que puede expresar su origen de una manera sensible y franca. Su objetivo ha sido otorgar al vino una personalidad, sin escatimar costos, tiempo y esfuerzo, enfocándose a la calidad de manera obsesiva para manifestar en cada botella la felicidad que le produce realizar lo que mas le gusta. “Otro aspecto que me mueve y en el que apelo al arte es en el momento de hacer un vino de mezcla o ensamblaje, ya que en ese momento surge una creación. Cuando hago una mezcla, la hago desde mi propia estética, en una búsqueda de la belleza hacia el vino perfecto, con la esperanza que estas creaciones generen emociones y se conviertan en parte de la memoria de quien los prueben”. Puntualiza. Es por ello que Durand a partir de 2005 ha encontrado su verdadero lugar como vitivinicultor en bodegas pequeñas, ya que es un trabajo que lo emociona y hace feliz, ya que le permite hacer lo que verdaderamente le apasiona, plasmar en sus productos el sentir de la uva y de la tierra. “en mi vinícola Sinergi, esta búsqueda de monovarietales, (vinos elaborados por una sola variedad de uvas), esta representada por nuestra colección de vinos Planeta, en la que mostramos cada año variedades diferentes, haciendo énfasis en su origen, como fue el caso de Icaro que es nuestro vino Premium de bodega. Este año lanzamos Ala Rota, vino proveniente de de viñedos de los arenales del Valle de Guadalupe, donde expreso la fragilidad y la belleza de esta tierra, y esta mezcla es una forma de manifestar una cultura aromática, una nueva etapa en mi bodega, y el mejor momento, sin lugar a dudas, de mi vida”, destaca. La vinícola Sinergi-VT, surge de la idea de ensamblar etiquetas a gusto de su enólogo y dueño, Durand, para así ofrecer productos personalizados, a partir de un surtido catálogo de cepas y productores. La serie Planeta es el resultado de un proceso de creación artesanal, en el que el amor de José Luis por su actual terruño se saborea en cada bocanada. Son cinco planetas individuales de un pequeño sistema solar de 600 botellas únicas. “Para mi el vino de mis sueños debe ser intenso, elegante y persistente. Que me exprese su tipicidad de origen, ahí radica el encanto. Lo que espero de un vino es que me cuente su historia, de donde viene, como vivió en su etapa de uva, cuales fueron sus carencias y excesos, como asimismo su crianza y sus cuidados”. Finaliza de manera elocuente esta conversación. Vinos creados por Durand: Icaro Planeta Moscazo 2010 Planeta Cabernet Sauvignon Planeta Malbec Planeta Nebbiolo Planeta Syrah Impetu Nuva

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