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jueves, 10 de enero de 2008



LO QUE ERES

Conviviendo aquí,
Es esta vida,
Tú eres lo propiamente
Real,
Lo único tangible y
Palpable,
La claridad del agua
Y el azul del cielo,
La suavidad de viento
Y el calor del fuego,
La creación del mundo y
El desarrollo de la naturaleza,
La desnudez del corazón
Y la existencia del alma,
La plenitud de los sentidos y
Totalidad de sentimientos,
Esa mirada fija y
Unos labios prendiendo,
Una erupción de placer en
Dos cuerpos fundidos en uno,
Un ardiente deseo y
Una húmeda pasión,
El movimiento y la fortaleza,
La que pone la cadencia
Y marca el ritmo,
Abriendo completa la tierra
Y haciendo girar al mundo,
Como una gran necesidad,
Un goce, un deleite,
Ante esta escasa realidad,
Donde solo estamos de paso,
Un espacio que se abre ante
Dos seres,
Y el tiempo que se forja entre
Ellos,
El testimonio indeleble de mí
Memoria,
La virtud de la razón,
Si, porque contigo compruebo
Y palpo mi existencia.



LOS DESTERRADOS

Y a final de cuentas
Estamos solos,
Que tan solo contamos
Con nosotros mismos,
Y la soledad puede convertirse
En una cortina inexpugnable,
En un rincón impenetrable,
Porque somos hombre y mujer,
Somos amor y vida,
La misma naturaleza,
Y yo te busco siempre
Como si fueras mi espejo,
Como si acaso fueras mi mismo
Reflejo,
Intentando establecer vanamente,
Innumerables lazos que nos unan
O nos aten,
Intentando estérilmente
Reconciliarnos,
Y a final de cuentas
Partiéndonos el corazón,
Porque somos un añejo sueño roto,
Emanado de un ser superior,
Sometidos completamente a su
Designio,
Donde fuimos ambos obligados,
A vivir en un idílico edén,
Donde eras tú ya parte de mí
Misma costilla,
Pues ambos fuimos formados
Por un mismo barro,
En medio de este aire triste,
Que envolvía todas las cosas,
Para después,
Ser perversamente expulsados
De ese místico paraíso,
Y condenados a una vida terrenal
Y pecaminosa,
Donde no somos siquiera:
Ni ángeles elevados,
Ni demonios caídos,
Mientras el cielo se nos va
Cayendo a pedazos,
Rodeados de pretenciosas virtudes
Y verdaderos pecados,
Privilegiando así la búsqueda
De fugaces placeres y deleites,
Sin establecer tan claramente
Alguna línea o compromiso,
Culpándonos continuamente
El uno al otro,
Por todo o nada,
Sin que jamas nos ajusten las
Palabras,
Pues a la vez somos tan diferentes
Como distintos,
Donde cada uno va en la obtención
De su poder y su dominio,
En ocasiones desahuciando a la razón,
Y en otras tantas,
Malgastando los sentidos,
Siendo así tú y yo,
Una absurda mitad,
Dentro de un precario equilibrio,
Equivocándote tú conmigo,
Equivocándome yo contigo,
Sin definir precisamente,
Sí el pasar por todo esto,
Fuera a final de cuentas,
Una gran recompensa,
O un merecido castigo,
Al ser tan solo nosotros,
Un par de manzanas podridas,
Dentro de un rebaño perdido.


MANZANA DE LA TENTACIÓN

Mujer, la forma mas
Absoluta de la seducción,
La carne siempre dispuesta
A la perdición,
Como una tentación continua
E imprescindible,
Tan aparentemente diáfana,
Pero decididamente lúgubre,
Tan descaradamente impoluta,
Pero desesperadamente profana,
Vas iluminando oscuros cuartos
Y acalorando frías sabanas,
Cuando eres mas que un ardor
O un arrebato,
Siendo tan a la vez tan
Compleja,
Como incomprensible,
Eres la ventana o puerta
De escape hacia todo,
Luchando siempre hasta él
Ultimo momento,
Hasta llegar a ese fatal
Instante,
Donde eres aspiración celestial
En medio de un terreno
Pantanoso.


MARAVILLOMBRE

Fatigado y exhausto me extravió
En un asombroso sueño,
Y me voy emprendiendo un
Irrealizable viaje.
Transito memorables pirámides
De piedra caliza en Giza,
Y me pierdo, absorto, entre sus
Múltiples galerías, pasillos y
Pasadizos.
Recorro los insignes muros de la
Noble Babilonia,
La cual engendra sublimes plantas
Y flores, y entre sus jardines me
Regodeo y en sus artesanales
Fuentes me refresco.
Admirado peregrino las esclarecidas
Murallas chinas,
Que instauran perennes bloques
Que desafían al tiempo.
Camino guiado hacia la estrella más
Luminosa que alumbra el oscuro
Cielo,
El alejandrino faro que insigne
Conserva brillante su espejo y
Limpio su fuego.
Dubitativo y sorprendido arribo
Ante una monumental figura
Distinguida,
La resplandeciente y magnificente
Escultura de Apolo,
El inigualable coloso de Rodas.
Ensimismado marcho por un
Invaluable monumento de
Mármol blanco,
El glorioso mausoleo y opulento
Sepulcro de Artemisa.
Atónito y reflexivo asisto al
Suntuoso crepúsculo de los ídolos
Y los dioses,
Al ostentoso y erudito mundo de
La Acrópolis.
Permanezco extático ante la
Presencia del gobernante del
Olimpo y señor de los cielos,
La altiva y esplendida estatua
De Zeus.
Y al despertar de pronto perplejo,
Divagando medito,
Que el hombre está en esta y todas
Las épocas,
Interviniendo,
Como el más fecundo creador
Del arte eterno.

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