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lunes, 7 de marzo de 2022

Manuel Cuevas, el máximo diseñador mexicano de las estrellas.

Manuel Cuevas, el máximo diseñador mexicano de las estrellas.

Tal vez no lo conozca por su nombre, pero si por haber visto alguno de sus diseños en mas de una de sus estrellas favoritas. ¿Qué tienen en común Ronald Reagan, Marlon Brandon, Elvis Presley, The Beatles, The Bee Gees, James Dean y Michael Jackson? Son algunos de centenares de políticos, artistas, músicos y otras personalidades que han vestido trajes confeccionados exclusivamente para ellos por el estilista y diseñador de modas mexicano Manuel Cuevas. Cuevas lleva más de 70 años en la industria -él dice que es el arte de la confección-; diseñando, cortando y cosiendo atuendos personalizados, no sólo a la medida del cuerpo de sus clientes, sino a la medida de sus personalidades, las cuales estudia para infundirlas en sus creaciones. Su estilo es no seguir la moda, nada que se parezca a lo que se ve en las pasarelas, ni en las tiendas de alta costura, ni lo que se encuentra en las perchas de ropa lista para usar (pret-a-porter). "Las tiendas tienen la misma moda. La moda siempre ha sido igual, todo el mundo viste como si fueran soldados en las calles", señala Manuel.


Sus atuendos -que incluyen chamarras, sacos, chalecos, pantalones, sombreros, cinturones, botas, guantes y demás accesorios- se destacan por su combinación de colores llamativos, cortes atrevidos, materiales diversos, con encajes, bordados, piedras de fantasía, apliques, decorados variados y cualquier cosa que se le venga a la cabeza. "Yo hago un estilo que es único en un traje", afirma. "Le cambio cuellos, le cambio colores, le cambio estilo. Como corto uno no corto otro. Cada traje es individual", destaca. Su amor por la sastrería empezó desde muy chico, en su natal municipalidad de Coalcomán, Michoacán, México. Manuel, hacía su propia ropa desde los siete años. "Yo nunca traía una camisa igual que la otra o un pantalón igual que el otro". Entrando en la adolescencia, a los 13 años, empezó a notar "ausencia de estilo" en los vestidos de bodas, en las quinceañeras y en la gente que se graduaba de los colegios y las universidades. "Las mujeres, que son las que marcan la moda en todas las épocas, siempre usaban lo mismo, iban vestidas de blanco. Y los hombres en trajes negros clásicos, ropa muy desabrida para mí", indica.


Su hermano mayor, que tenía una sastrería en Coalcomán le dijo: "En lugar de estar allá mirando ropa, deberías sentarte en una máquina y darle". Manuel asumió el reto, sorprendiendo con sus diseños inusuales, cambiando las formas y "revolucionando" los cortes. Empezó a atraer una clientela, sobre todo de las mujeres que ya no querían regresar a los tradicionales trajes blancos. Consiguió unas máquinas y empezó un negocio propio, con un plantel de cinco costureras. El primer año confeccionó 77 vestidos, el siguiente 125.

Mucha de la admiración que recibía venía de gente interesada en la moda que le gustaba cómo él lucía y se vestía personalmente. "'Tú eres como muy distinguido en la forma de vestir, ¿por que no me haces unos pantalones como los que traes?'", recuerda que le pedían sus clientes, pero él les decía; "Yo te hago unos pantalones como los que tú vas a traer, no como los que traigo yo". Pero él también estaba interesado en la lectura, en el aprendizaje y alardeaba entre su familia de ser el más estudioso. Se graduó en Psicología en la Universidad de Guadalajara, una disciplina que ha aplicado a su profesión con gran éxito.


Manuel reconoce que es vanidoso y todos los años hacía una fiesta para sí mismo. A una de esas, invitó al cónsul de Estados Unidos quien le facilitó la manera de obtener un permiso de residencia en ese país del norte, la llamada "Green Card". Fue así como en 1951 viajó a Los Ángeles, California, donde, después de trabajar en diferentes sastrerías fue enviado con Sy Devore, un sastre de renombre con la mayor clientela de Hollywood, incluyendo el farandulero grupo conocido como el "Rat Pack", integrado por Frank Sinatra, Dean Martin y Sammy Davies Jr. "Era un grupo de gente que se vestía con él y carísimo que les cobraba", refiere. Su labor era hacer las pruebas a los clientes de los trajes que se iban cortando, entretenerlos y socializar con ellos.  "Allí me tocó probar los trajes para Johnny Weissmuller -el Tarzán de nuestra niñez-. Pero yo no sabía quién era Frank Sinatra", reconoce. "Pero me dio una propina de $1,000 dólares y entonces me dije 'tengo que aprender quién es este señor'". Fue así como abrió un taller privado y se dedicó a crear contactos y a aprender técnicas de modistas expertas como Viola Grae, la persona encargada de los disfraces del espectacular y tradicional evento que se realiza en Pasadena, California, conocido como el Desfile de las Rosas (The Rose Parade).


De ella, Manuel aprendió a hacer bordados, que se volvieron un elemento clave en sus creaciones. Su inspiración viene de varias vertientes. Primero de sus raíces, con influencia de los pueblos indígenas mexicanos, pero también norteamericanos y sudamericanos, la tradición del vaquero del lejano oeste y de las culturas asiáticas, caribeñas y africanas. "Recuerdo la primera vez que fui a África, qué bonitos colores. A la gente no le da miedo vestir de amarillo o de rosa, me gusta ese estilo", reconoce. Gracias a Viola Grae, conoció a Edith Head, la más famosa diseñadora de la industria del cine, ganadora de ocho premios Oscar al Mejor Vestuario, el mayor número de estatuillas jamás acumuladas por un artista. Esa fue su verdadera entrada al mundo de Hollywood y a la confección de vestuario para las estrellas. "Aprendí muchísimo de ella. Me dijo: 'Viste a las personas que al final de la película se estén besando, no a los que a los diez segundos los matan". Head lo recomendó para vestir a James Dean en la película "Gigante" de 1954, para quien diseñó unos vaqueros. "Fue la primera vez que un artista de primera se vistió con jeans. Fue así como estos pantalones agarraron tanta fuerza en el mundo", declara. De ahí su carrera tomó vuelo, diseñando para actores de la talla de John Wayne y Marlon Brando, entre otros.


Su estilo es compatible con los gustos de los cantantes de música Country en Estados Unidos, influido por la estética del vestuario de los mariachis en México, cuyas borlas, encajes y brillantes han sido la inspiración de Manuel en trajes confeccionados para Johnny Cash, Glenn Campbell, Loretta Lynn y Dolly Parton, por mencionar algunos. Y no se quedó sólo con los artistas de Country. Saltó al Pop y al Rock & Roll, con clientes como Elvis Presley, The Beach Boys, Bob Dylan, Neil Young, Prince, Jimi Hendrix y los grandes representantes de la invasión de rock británico The Beatles y The Rolling Stones. Algunos de sus diseños pueden no haber sido más que un sencillo accesorio, pero han resultado icónicos e inseparables de la imagen de quien los lleva, como en antifaz que le diseñó a Clayton Moore, el protagonista de la original serie de TV "El llanero solitario", o el guante de brillantes que le hizo a Michael Jackson y que se convirtió en su sello distintivo el Rey del Pop. "Le hice 60 pares", declara orgulloso. Otros son más complejos, como el conjunto de trajes mariachis que le diseñó a su amiga y cantante Linda Ronstadt para las portadas de sus discos y su gira de conciertos de música mexicana "Canciones de mi padre".


La clave de su éxito está en la amistad que forjó con sus clientes, una relación de doble vía que alimenta el proceso creativo y lo convierte en un ejercicio colaborativo. A través de conversaciones los conoce a profundidad, trata de que se encuentren consigo mismos, de que expresen lo que quieren. "Esto es como una dulcería para niños. Tú escoges lo que quieras, no importa, todo se hace para mi clientela. Yo no soy el importante, son ellos", afirma. A pesar de que se codea con las estrellas, Manuel asegura que el 80% de su clientela no son artistas, sino "gente particular", aunque entre estas se encuentren deportistas, mandatarios y políticos. "He vestido a presidentes de Estados Unidos, a presidentes de México, a gobernadores, alcaldes, reyes y reinas", relata. "Llegó volando a mi trabajo porque ya soñé lo que voy a hacer ese dia. Normalmente sueño con mi trabajo, cómo voy a cambiar algo, cómo voy a arreglar algo. Entonces vengo ya con una idea de cómo diseñar en la mañana", declara. Y su filosofía es y sigue siendo la misma: "Si quieres ser el mejor vestido en una fiesta nomás dímelo, yo te hago lo que necesites. Y no te estés preocupando en cómo te ves. Ni siquiera te mires al espejo. Tú lucirás como campeón, nadie va a tener tu misma ropa. Yo te hago un estilo, y es único", finaliza convencido el máximo diseñador mexicano de las estrellas. Honor a quien honor merece.





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