Hawái, La Isla Grande:
Paradisiaco lugar donde la naturaleza transforma el paisaje.
Imagina una noche estrellada, con una deliciosa langosta, un buen vino, y grata compañía en la costa del pacifico. Y si faltara algo más, personal que te invita a mirar a través de un enorme ventanal. Se apagan las luces y todo lo que hay afuera es inconcebible. A corta distancia se eleva una fumarola pintada de rojo encendido. Es el reflejo de un lago de lava que se mueve en el interior de la caldera del cráter Halema'uma'u, hogar de la diosa del fuego y sitio sagrado. El brillo de lava se presenta también en el cráter Pu'u'O'o o, cerrado tras una reciente erupción. Frente al Halema'uma'u el viajero deja en el suelo collares de orquídeas como ofrenda a Pele.
En Isla Grande habita Pele, la diosa explosiva, "que da forma a la tierra a través de erupciones". Se rumora que lanza una maldición a los extranjeros que recojan y guarden para sí una roca o un puño de arena. Y aunque parezca un mito que los habitantes inventaron para proteger el patrimonio natural de Hawái, la oficina del Parque Nacional de Los Volcanes, fundado en 1916, recibe cartas con estos souvenirs, devueltos por turistas apenados, que esperan que la "mala suerte" que ha caído sobre ellos termine. Pele, deidad del fuego y los volcanes eligió descansar en el Kilauea, volcán que invadió con sus ríos de lava el pueblo de Pahoa. En la Gran Isla se levantan dos de los volcanes más activos del planeta, el Mauna Loa y el Kilauea, cuya forma es extendida y alcanza 1,277 metros sobre el nivel del mar. La visita en el Kilauea puede durar horas o días a través de sus senderos, ya sea recorriendo a pie o en bicicleta, o en auto, por la carretera. Ahí te esperan paisajes envueltos en lava, playas paradisiacas y amaneceres esplendorosos, en medio de canticos espirituales. Hawái a su vez es reconocido por sus costas, cascadas, campos de golf, el surf y los paseos en canoa.
Puedes elegir una caminata por los terrenos de lava petrificada de diferentes texturas, con una gama de tonalidades que van del plateado al negro. La roca brilla y toma formas extrañas que invitan a trepar o a entrar en sus cuevas. Encontraras un bosque tropical que nació después de una devastación volcánica, vapores que encuentran escape en el suelo, un tubo de lava hueco de 500 años de antigüedad, una lengua de lava petrificada que atraviesa por la carretera, y "los cabellos divinos de Pele", que no son otra cosa que un manojo de hebras de vidrio basáltico de color dorado, formadas en fuentes de lava. Son algunos de los atractivos que atraen mas al visitante. Transporte: la forma mas frecuente para llegar a Hawái es por avión, así como en viajes por crucero. En la isla hay trasporte publico, taxis, o se puede alquilar un automóvil vía RentalCars.
¿Y qué es lo más emocionante? Observar los flujos de lava ardiente que avanzan lentamente cerca de tus pies. Ríos que se mueven a través de tubos volcánicos; en ocasiones los techos colapsan y aparece un gran lago de lava. Pero en ésta clase de espectáculo hay que atenerse a los cambios en actividad volcánica y a los cierres en ciertas zonas por cuestiones de seguridad. Ver las impresionantes caídas de agua en la cascada Rainbow o en las cataratas Akaka, o transitar por el rio Wailaku. Fenómenos que pocos tienen el privilegio de vivir y que se aprecian durante la cena en restaurantes como Volcano House, en un hotel de lujo de 33 habitaciones, con zona para acampar. Hoteles: Volcano House, Chalet Kilauea, At The Craters Edge, Namakani Paio Cabins, Kaanapali Beach Hotel, Hapuna Beach Prince Hotel, Mauna Lani Bay Hotel, Hilton Hawaiian Village Waikiki Beach Resort, Sheraton Kona Resort & Spa.
Hawái es un museo viviente que muestra 70 millones de años de actividad volcánica. En el Centro de Visitantes te informan sobre los recorridos guiados y ofrecen charlas. Muy cerca aparecen otras sorpresas, como Kalapana, una villa arrasada por una erupción, donde los ríos de lava hallaron su salida hacia el mar. En compañía de un guía puedes observar el paso de este líquido viscoso, o existe la posibilidad de tomar una excursión a bordo de una embarcación frente a la costa para admirar el escurrimiento de lava sobre las rocas, hasta fundirse en las olas.
En Maui, Haleakala es un volcán dormido con un enorme cráter en la cumbre. Es un parque nacional, protector no sólo de especies, sino también de creencias y ceremonias de los antiguos hawaianos. Además, aloja un observatorio astronómico. En medio de un cielo oscuro y despejado los turistas llegan a bordo de autobuses. Bajando del mismo con chocolate caliente en la mano. Siguendo la recomendación del concierge del hotel: si no tienen la ropa adecuada, llevarse el cobertor de su cama. El frío a más de 3,000 metros sobre el nivel del mar es tremebundo. Los mas osados están listos a la puerta del lobby desde las tres de la mañana. El trayecto se presta apenas para un pequeño descanso de hora y media hasta la zona de Lahaina.
Al llegar, lo mejor es buscar un buen lugar en el mirador con vista despejada. Haleakala, "la casa del sol", es un sitio espiritual. Así que, cuando el astro rey esté a punto de asomarse, hay que prestar atención al horizonte, guardar silencio, y agradecer, para enseguida escuchar el canto sagrado de los aldeanos. El lugar tiene uno de los mejores cielos nocturnos para observar la Vía Láctea y las constelaciones, sin necesidad de un telescopio. Recibir un "lei" en el cuello después del viaje, es como llegar a la Isla de la Fantasía. La silueta de las montañas cubiertas de un verde eléctrico, con cimas puntiagudas y caídas de lava y agua, confirman que hemos llegado al paraíso. ¡Aloha!
"Aloha" no sólo significa hola, también es hasta luego. El collar tradicional se llama lei y más que una bienvenida es un símbolo de afecto. Lo elaboran con una semilla tradicional llamada kukui. Hawái asimismo es el mejor productor de piñas. Por su riqueza natural ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad. Los hoteles bautizan a los huéspedes con nombres hawaianos y les dan clases de danza hula. Honolulu, la capital de Hawai, es donde podemos ir por bosques tropicales o darnos un baño en las playas de Waikiki, Sunset Beach o Makaha, preferidas por los surfistas debido a que sus olas superan los seis metros de altura, e igual visitar la base militar y museo de Pearl Harbor. No en balde se le reconoce a este edén como la isla de la primavera permanente, por su buen clima.
Platillos típicos: KalbiRibs, costillas de cerdo cocidas con salsa de soja i sésamo. Kalua Pig, plato compuesto por trozos de carne de cerdo envueltos con hojas de plátano y coco. LauLau, mezcla de pescado con carne. Este plato se cocina bajo tierra y se envuelve con carne de ternera y pollo, mas un tubérculo típico del país, taro. Poke, compuesto por atún crudo marinado acompañado de sésamo y algas. LomiLomi, entremés presentado con tomate triturado y cebolla, compuesto por salmón. Esto sin olvidar la gran variedad de frutas hawaianas y dulces derivados. Restaurantes: Steak Shack, Uncle George´s Lounge, KA´ohelo Dining Room, Ka´aloa´s Authentic Hawaiian Food, Da Fish House, TJ´S BBQ by the beach, Ulu Ocean Grill and Sushi Lounge, Roy´s, Orchids, Hoku´s.
132 islas son las que conforman Hawái. Isla Grande es un milagro de la diversidad, ya que cuenta con 11 de las 13 zonas climáticas del mundo: desde exuberantes selvas tropicales, pasando por desolados desiertos de lava negra, hasta tundra ártica. Sus playas ofrecen extensiones de arena blanca, negra y verde. La mejor época para viajar es de mayo a octubre. Kaanapali Beach Hotel es uno de los alojamientos representativos que muestra a los huéspedes aspectos diversos de la cultura hawaiana. Al partir, se realiza una ceremonia de despedida y se obsequia un lei para llevarlo a casa como recuerdo, deseándole al visitante buena fortuna, agradeciéndole con la tradicional frase "A hui hou" (hasta que volvamos a vernos).
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