Seguidores

viernes, 4 de diciembre de 2020

Diego Armando Maradona (1960-2020), un dios humano y genio imperfecto.

Diego Armando Maradona (1960-2020), un dios humano y genio imperfecto.

Cuenta la leyenda argentina, que Diego Armando Maradona nació el 30 de octubre de 1960, dando patadas. De ser así, seguramente fue con su pie izquierdo, el que parecía tocado por Dios; con el que anotó la mayoría de sus 258 goles de su carrera y ayudó a darle a Argentina la Copa del Mundo de 1986 con una actuación tan brillante y controversial como fue su vida misma. Esa vida llegó a su fin el 25 de noviembre, cuando falleció a los 60 años en su casa de la provincia de Buenos Aires. Con la muerte de Maradona, el mundo ha perdido a uno de sus atletas más talentosos y una de sus almas más atormentadas. Y la vida en Argentina también se detuvo. Los fanáticos lloraron la pérdida de un campeón algunas veces invencible, algunas veces incorregible, y al final, inescrutable. “La única certeza sobre Maradona”, escribió el historiador de fútbol Jimmy Burns en “La mano de Dios: la vida de Diego Maradona, la estrella caída del fútbol”, “es que cuando muera, sin importar cómo, su funeral en Buenos Aires será tan grande como el de Evita Peron, e incluso en ese momento la gente no creerá que está muerto”, sin duda tenía toda la razón.

Hijo de los barrios de la provincia de Buenos Aires, Maradona se dedicó desde los tres años a perfeccionar sus habilidades futbolísticas, compitiendo en cuatro Copas del Mundo (1982-1986-1990-1994) y dirigiendo a la selección argentina en una (2010). Sin embargo, desperdició gran parte de su talento atiborrándose de sustancias, alcohol y comida, logrando pasar de los 68 kilos bien esculpidos en su mejor momento a casi 136 kilos en la cima de su autoindulgencia. Único en el campo de fútbol, Maradona fue libertino y soez fuera de él. Campeón autoproclamado de los pobres, llevó un estilo de vida lleno de excesos. Fue expulsado de la Copa del Mundo de 1994 tras dar positivo por efedrina, una sustancia que mejora el rendimiento físico. En cuanto al debate eterno de su carrera deportiva —si él, “El Diego”, o Pelé era el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos— Maradona fue totalmente descortés. En respuesta a las críticas que Pelé le hizo como entrenador de Argentina en 2010, Maradona se quejó diciendo sobre la leyenda brasileña, que había liderado el fútbol una generación atrás, “que mejor vuelva al museo”.

Cuando se trata de evaluar la carrera de Maradona, llevar el marcador nunca fue una tarea sencilla y directa, ya que sus hazañas deportivas fueron a menudo socavadas por su comportamiento inexcusable. Esa división nunca fue más evidente que en los cuartos de final de la Copa del Mundo de 1986 contra Inglaterra. Fue un partido cargado de simbolismo y hostilidad latente por la guerra de las Malvinas de 1982, que había terminado en una humillante derrota para la Junta Militar argentina que la inició. En un lapso de cuatro minutos durante la Copa del Mundo, Maradona marcó dos goles: el más controversial de la historia del fútbol y el aclamado como el mejor de todos los tiempos, atravesando 64 metros y cinco defensas para clavar el balón en la red. Primero llegó el gol manchado, el cual sucedió en el minuto 51 del partido, cuando el pequeño Maradona intentó superar al portero inglés Peter Shilton, mucho más alto, en un esfuerzo por cabecear un balón que venía cayendo, hacia la red. El balón entró de carambola, pero la grabación en video reveló que Maradona en realidad lo había golpeado con el puño izquierdo. El árbitro no vio la mano ilegal y permitió el gol, el cual Maradona atribuyó de manera célebre a “la mano de Dios”.

Diego Armando nació en el barrio Villa Fiorito de la provincia de Buenos Aires. Fue el quinto de ocho hijos y el primer hijo varón de sus padres. Los diez vivieron sin agua potable ni electricidad en una casa de tres habitaciones construida con chapa ondulada, madera y ladrillos. A los tres años, Diego recibió una pelota de cuero como regalo. Dormía con ella por las noches, abrazándola contra su pecho, y la llevaba consigo cada vez que salía de la casa, jugando con ella por todos los caminos de tierra por donde pasaba. “Todo lo que hacía, cada paso que daba, tenía que ver con eso, con la pelota”, recordó Maradona años después. Esa obsesión no lo diferenció de otros niños de la Argentina enloquecida por el fútbol. Pero su habilidad sobrenatural para lograr que la pelota hiciera lo que él quisiera sí lo hizo, y a los 10 años comenzó a realizar trucos de fútbol en el medio tiempo de los partidos profesionales locales. Con el balón en sus pies, el pequeño Diego era un mago. En poco tiempo se convirtió en una estrella, apodado “El pibe de oro”, tras llevar al equipo infantil Los Cebollitas a 140 victorias consecutivas. A los 15 dejó la escuela para convertirse en profesional, distinguiéndose en Argentinos Juniors por manejarse alrededor de los defensas como un pequeño motor diesel, imposible de descarrilar y demasiado rápido para ser detenido. Dos años después se convertiría en el jugador más joven en ser convocado a la selección nacional argentina. Sin embargo, fue excluido de la escuadra de la Copa del Mundo de 1978 tras ser considerado demasiado inexperto para el escenario internacional.

Después de llevar a su siguiente equipo, Boca Juniors, a ganar el Campeonato de Primera División de 1981, Maradona fue vendido al FC Barcelona por una tarifa de transferencia de más de nueve millones de dólares y firmó un contrato por seis años y 12 millones de dólares. El pibe de oro era el tesoro nacional de Argentina, pero era un activo demasiado cotizado como para ser conservado por una nación endeudada. Maradona llevó al FC Barcelona a obtener la Copa de la Liga de España en su primera temporada, pero su actitud grosera, peleando en el campo durante un partido con el rey Juan Carlos presente en el público, fue mal visto por los sofisticados aficionados del fútbol del país. Después de dos años, el contrato de Maradona fue vendido al Napoli por 10.8 millones de dólares, y 85,000 fanáticos italianos del fútbol lo recibieron como un anhelado héroe conquistador en sendas ceremonias de bienvenida en el estadio San Paolo en Nápoles. Por su salario de tres millones de dólares y entre ocho a 10 millones de dólares adicionales en patrocinios, Maradona sacó al Napoli de la alcantarilla de la liga italiana (puesto 12) al tercer lugar en dos temporadas, y le otorgó al equipo su primer campeonato de la liga italiana en 1987.

Su actuación en la Copa del Mundo de 1986, en donde anotó cinco goles en siete partidos rumbo al segundo campeonato de Argentina, consolidó su condición de leyenda. Mientras tanto, la historia de amor entre Italia y Maradona se marchitó, a pesar de que en seis años había llevado al Napoli a ganar dos campeonatos de la Serie A, la Copa de Italia y la Copa de la UEFA. Maradona logró enojar aun más a los fanáticos italianos al liderar a la selección argentina en la derrota que le propinaron a Italia —país anfitrión del Mundial en 1990— en las semifinales de la Copa del Mundo. Argentina perdió uno a cero ante Alemania Occidental en la final. En 1991, las autoridades italianas del fútbol suspendieron a Maradona durante 15 meses luego de que no pasará una prueba de detección de doping. De ahí en adelante, su espiral descendente se intensificó. Tras ser nuevamente nombrado como capitán de la selección argentina para la Copa del Mundo de 1994 en Estados Unidos, Maradona, de 33 años, fue enviado a casa de manera humillante tras el segundo partido, después de dar positivo en su prueba. Finalmente Maradona se retiró como jugador profesional de fútbol en 1997. “Yo he cometido excesos, pero la pelota no se mancha”, declaró al reconocer sus excesos y adicciones. Hasta siempre Diego. La mano de Dios vuelve a casa, para tocar el cielo.








 

No hay comentarios: