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domingo, 6 de octubre de 2019

José José (1948-2019): El eterno reinado de un príncipe.


José José (1948-2019): El eterno reinado de un príncipe.

Dentro de la oferta de cantantes que existía en las décadas de los 70
y 80, José José fue de los primeros en alcanzar verdadera fama
internacional con su exitosa interpretación de “El Triste” en el
Festival de la Canción Latina de 1970, precursor del Festival OTI. A
partir de ahí, la carrera del intérprete, en ese momento de 22 años,
se catapultó de manera exponencial. A lo largo de cinco décadas, este
artista nacido en la Ciudad de México acumuló todo tipo de premios y
reconocimientos nacionales e internacionales, y rompió récords de
ventas de discos desde que salió a la luz su primera grabación en
1969, bajo el nombre de “Cuidado”, con la disquera RCA. José José,
cuyo verdadero nombre era José Rómulo Sosa Ortíz, fue de los pocos
artistas que han logrado ligar ventas superiores al millón de copias
anuales por más de 20 años consecutivos. Destacan, por ejemplo, el
disco “Mi Vida”, que en 1983 vendió tres millones 500 mil copias;
“Reflexiones”, que en 1984 superó las tres millones de unidades
vendidas; “Promesas”, con dos millones de discos vendidos en 1985, o
“En las Buenas y en las Malas”, que en 1990 alcanzó nuevamente ventas
superiores a las tres millones de copias. Esto, más sus largas
temporadas en el centro nocturno El Patio y sus conciertos en plazas y
recintos de México, Estados Unidos, Latinoamérica y hasta Medio
Oriente, generaron mucho dinero que se quedó en el camino.

Sus biógrafos aseguran que fue millonario un sinfín de veces, pero que
ni él mismo supo quién se quedó con el dinero. José José sufrió los
vicios de la fama y ahí se le fue su fortuna. Decía el escritor Adolfo
Bioy Casares que la memoria suele ser el cielo de los hombres. Y es
que la muerte, tan dolorosa como paradójica siempre, a menudo termina
por rendir un homenaje auténtico para todos aquellos que han
encontrado la misteriosa fórmula para perdurar. Resulta lógico que los
recuerdos de José José nos lleguen por el oído. El “Príncipe de la
canción” se convirtió en una fuente inagotable de frases que
construyen en su simpleza la genialidad, esa que supone encontrar las
palabras exactas para describir fielmente algo tan complejo como los
sentimientos, quizá de ahí que el escuchar las canciones de José José
durante las reuniones con los amigos, o en una noche de cantina, se
convirtiera en un acto cotidiano. Siempre ardiendo la llama de sus
letras, su muerte llegó como el aire que embravece el fuego, como si
estuvieran presas en las redes de un poema. El mexicano suele ser
agradecido con sus ídolos.

José José no fue un príncipe feliz, ni tampoco pretendió cargar con
semejante peso. Cuando las noches requerían exclamar sin pena lo que
la rutina oculta, allí estaba la herida, y lo que ayudaba a sanarla.
José José llenaba el vacío del alma, del corazón, de la alcoba. La
tristeza fue un síntoma, pero también una enfermedad, un épico soplo,
de extraordinaria fuerza, que se apagaba poco a poco, delante de
todos. El cantante, uno de los más grandes del español, fue una
transparencia, un irse muriendo, mientras daba vida a la zozobra, a
los celos, a la perdición del enamorado pocas veces correspondido. Lo
duro no es amar, tampoco no ser amado, lo duro es amar sin equidad,
sin vuelto. El mejor homenaje a José José se encuentra ahí, en las
calles, en los barrios, en las voces populares de quienes descubrieron
en sus letras una manera de expresarse, aunque las lágrimas sean de
fuego y el amor acabe, la noche bohemia será larga. Eterna vida al
Príncipe: “Seré un sueño que si se cumplio, un potro al que nadie
domo, solo los años…”.

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